Cualquier día, poco después de las once de la mañana, hay bullicio en las calles de Canido. Cuando hace sol Manuela Sueiro sale de su residencia, Mi Casa, en la avenida de Coruña, y se sienta en una terraza a charlar con una amiga. A veces recuerdan otras épocas y siempre llegan a la conclusión de que Ferrol tuvo un pasado mejor. No hace falta comentarles los últimos datos del INE, los adivinan: «Yo vivía en el centro y claro que la ciudad ha perdido gente, toda la vida, pero es que se han ido con las grandes fábricas que había aquí», cuenta esta mujer de 83 años que ha visto como sus sobrinos dejaban la ciudad para trabajar en otros sitios más prósperos.