Son las seis de la tarde de un miércoles de febrero y, en la calle Poeta Pérez Parallé, se escucha el eco de un estribillo rescatado del pasado: «Fun onte a Canido/ mañá volverei / falares coa moza / que me namorei…». Los cánticos proceden de la cafetería del centro cívico de Canido y, al abrir la puerta, una se topa con el coro de voces que las entonan. En torno a una mesa repleta de cafés y larpeiradas, ahí están Chitola, Tita, Tere, las dos Marujas (Maru S. y Maru F.), las hermanas Carolina, Ángeles y Lola Landeira, Julia, Marisol y también Mari Carmen y su hija.